Cuando el escritor y dramaturgo instalado en Cadaqués Henri-François Rey escribió Le Rachdingue en 1967 nunca sospechó que ese título quedaría asociado al ocio nocturno para más de una generación. Le Rachdingue era una palabra inventada cuya traducción vendría a ser Una fuerza loca, sin duda un nombre adecuado para una discoteca surrealista apadrinada por Salvador Dalí, y el escritor. Fue en 1968, ahora hace 50 años, cuando este prestigioso club abrió sus puertas en Vilajuïga. Y no fue un año cualquiera: ese año se vivieron las revueltas estudiantiles del famoso Mayo del 68, asesinaron a Kennedy y a Martin Luther King, los Rolling Stones cantaban “Sympathy for the Devil”, las tropas americanas empezaron a retirarse de Vietnam y el hippismo invadía la isla de Ibiza. Muchos acontecimientos que no eran fáciles de asimilar, sobre todo para la mentalidad que aún trataba, sin demasiado éxito, de tenerlo todo controlado.
En ese contexto, en un pequeño pueblo entre Roses y Figueres fue donde una antigua masía con su torre en ruina se acabaría transformando en el club más vanguardista de la Costa Brava. Un lugar que tuvo el privilegio de tener clientes tan famosos como Mick Jagger, Ringo Starr, Louis XIV, Amanda Lear, Marc Lacroix, César…. Étienne Daho, Miguel Bosé, los Kraftwerk o la cantante Nico… y, por supuesto, el genio Salvador Dalí, encargado de inaugurarlo firmando en sus paredes.
Responsable de organizar toda esa alquimia fue la escultora y pintora Miette, amiga íntima de Dalí, quien junto con su marido Pierre, combinó sus inquietudes artísticas e intelectuales para crear un sitio fuera de lo común. Le dio a Le Rachdingue ese toque surrealista y consiguió que nadie quedara impasible al entrar en esa Factory revolucionaria. No era y no es una discoteca cualquiera.
Al principio era una especie de club privado en el que Dalí y Miette invitaban a sus amigos para conversar sobre arte y música, pero pronto se convertiría en una referencia a nivel internacional y escala obligada antes de ir a Ibiza.
Su privilegiada situación, mirando a la bahía de Roses y al Alt Empordà, hacía que las noches se alargaran para poder contemplar la salida del sol y la aparición de un paisaje fantástico que la noche, la música y la atrevida decoración con el sello de Dalí y Miette había eclipsado poco antes.
los diferentes actores de Rachdingue han sabido mantener vivo el local durante varias décadas, haciendo de él una meca de la música underground mucho antes las frenesís de los festivales . Un templo por el que han pasado Dj’s de reconocido prestigio como Jeff Mills, Richie Hawtin, Romanthony de los Daft Punk, Oscar Mulero, Carl Craig… y, casi todos los pioneros de la escena de la música electrónica actual. Aquí se ha vivido todo el auge de la House music, una época igual de excitante como la que vivió en sus días el Rock o la New Wave. Jóvenes llenos de buen rollo venidos de toda las provincias y países desde París, Londres, Berlín, Barcelona o de los Estados Unidos se reunían para bailar en su terraza hasta la salida del sol, noches mágicas que quedarán para siempre en la memoria de más de uno.